Soledades

Me gusta contemplar la vida
a través de las ventanas:
los autos que se mueven presurosos,
los merolicos con su manto de voces.

Cuando viajo siempre me siento
a la ventana del ómnibus,
así mi mirada se desplaza por el paisaje;
contemplo vacas, nubes, techos,
postes que se repiten insaciables.

La placidez está en mirar las cosas
sin el afán de poseerlas.

También mi sobrevivencia es una ventana.
Desde ese tragaluz
he visto sucederse montones de fracasos,
he visto un ave morir
y he pensado que la misma suerte me aguarda.
También he besado a una muchacha temblorosa
y me ilusioné en otros besos que no tuve.

La nada puede ser una ventana ciega.

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